Cuando en junio de 2003 el primer Mazda3 salió de la línea de montaje de Hofu, en Japón, fue como un soplo de aire fresco para un segmento como el C, tradicionalmente aburrido. Su combinación única de prestaciones y maniobrabilidad, junto con un diseño interior y exterior de vanguardia -y todo a un precio muy competitivo- caló enseguida en los medios de comunicación y en los consumidores de todo el mundo. La generación Zoom-Zoom había llegado a la clase compacta, y aquello era bueno. Se vendieron 2,2 millones de unidades de un vehículo que, además, recibió 99 premios.
En 2006, Mazda subió el listón del carácter deportivo del segmento compacto con el Mazda3 MPS de altas prestaciones. Con sus 191 kW / 260 CV era uno de los cinco puertas más ardientes del mercado y tenía un sistema especial de gestión del par y una suspensión y frenos a medida, muy en línea con un aspecto enérgico sin pasarse de vueltas. "Conducirlo es un escándalo", como escribió un periodista.
La segunda generación salió a escena en 2009. Era un Mazda3 más seguro y con consumos más ajustados, en línea con los objetivos del Zoom-Zoom sostenible; eso sí, mantenía intacto su placer de conducción y su fiabilidad. Aquel nuevo modelo también era más ligero que su predecesor, más receptivo y más responsable. Fue el primero en el que se instalo el i-stop, el revolucionario sistema de corte de ralentí de Mazda que todavía hoy, cuatro años después, aún sigue ofreciendo los arranques más rápidos después del corte del motor. También introdujo tecnología de seguridad avanzada, como el Sistema de iluminación frontal adaptativa o el Asistente de cambio de carril. Esta última tecnología recibió un premio Euro NCAP Advanced y fue la primera en su clase que se montó en el segmento C.