Las tuberías de combustible en el compartimento del motor de los vehículos afectados fueron fabricadas con recubrimiento de fosfato de níquel para protegerlos contra la corrosión. En algunos de los tubos podría suceder que se hubieran depositado partículas de recubrimiento en la superficie donde se asienta la junta del sensor de presión de combustible. En esa condición, las propiedades de sellado entre el sensor de presión y la tubería podrían degradarse. Con el vehículo en marcha se podría fugar combustible a través de la junta. En presencia de una fuente de ignición, esto podría incrementar el riesgo de incendio del vehículo.
Hasta la fecha no se ha registrado ningún accidente consecuencia de ésta situación y se han contabilizado 3 reclamaciones de clientes en toda Europa.