¿Hasta qué edad se les debería a la gente permitir conducir?

¿Se les debería prohibir conducir a los ancianos? ¿Son un potencial peligro al volante?


El reciente atropello múltiple ocurrido en Asturias ha vuelto a abrir el debate de la conducción para los ancianos. Ciertamente es un debate tan antiguo como la propia historia de los coches, pero uno no puede dejar de preguntarse qué es lo que falla cuando a un anciano de avanzada edad, y encima con problemas de movilidad y reflejos, se le sigue concediendo el permiso de conducir. Cómo es que alguien que no solo ha atropellado a varias personas, sino que tras causar serios destrozos no ha conseguido parar ni ha tenido los reflejos para detener su vehículo, continuaba renovándosele el permiso.

Lo de los ancianos al volante es un tema muy recurrente. Ciertamente, y según reflejan también las estadísticas, los accidentes producidos por personas mayores no son los más numerosos, pero eso también encuentra su explicación en que el número de ancianos conduciendo tampoco es el mayor entre las franjas de edades de los conductores.




A muchos ancianos (y ancianas, obviamente) no les supone ningún problema dar de baja el coche y dejar de renovar su licencia de conducción cuando se dan cuenta de que sus reflejos y agilidad ya no son lo que eran años atrás. Pero una gran mayoría siguen conservando su coche y renovando su permiso "por si acaso", por si ocurre una emergencia, o simplemente por costumbre o apego. No es un problema que guarden un coche al que tienen mucho cariño y han conducido durante años, el problema es que se vean tentados a sacarlo de nuevo a las vías públicas, y es aquí cuando la Administración debería tomar cartas en el asunto.

Poner un límite de edad para conducir es algo que se lleva debatiendo desde hace años. Pero hay varios problemas con esta medida, uno de ellos es simplemente político: los cargos de la Administración y del Gobierno que deberían tomar la decisión suelen ser uno de los colectivos afectados, ya que algunos son de avanzada edad y temen que en unos pocos años no puedan conducir sus propios coches, por lo que no quieren ni oír hablar de normativas de índole parecida. El otro problema con esta medida es: ¿cual debería ser esa edad? Algunos ancianos están totalmente invalidos a los setenta años, pero otros disfrutan de unas buenas facultades, experiencia, habilidades y paciencia al volante que son dignas de elogio.

La mayor preocupación la suponen, por tanto, todo ese numeroso grupo de ancianos que conducen su coche cuando no deberían hacerlo, con sus facultades limitadas y con su visión, reflejos y facultades mermadas, incluso con mareos y medicación. Esas personas deberían tener un control para que, en el momento de la renovación del carné, en los centros psicotécnicos se consultase la medicación que están tomando así como las facultades generales del individuo.


Pero aparte de todo ello ¿no será también buena parte de culpa de la sociedad, que obliga a conducir por necesidad no solo a ancianos, sino a personas que ni pueden ni deberían hacerlo? ¿Cuantos conductores hay que conducen con miedo, con pánico ante el tráfico en las grandes urbes, o con inseguridad en determinadas carreteras reviradas? Todo este grupo de personas que en otras circunstancias tampoco deberían conducir -ni lo harían- se ven obligadas a ello por cuestiones de trabajo, o incluso por cuestiones sociales.

Está claro que aún hay mucho que corregir en el ámbito de la educación vial, entre ello en las propias escuelas, donde muchos de los programas de este tipo de temática -muchas veces patrocinados o impulsados por las propias marcas de coches- incentivan a los niños a conducir desde una óptica equivocada, propiciando la imagen y la costumbre del "coche para todo" y de "la sociedad del coche", cuando puede ser un instrumento mortal y muy peligroso en las manos equivocadas.

Tal y como hemos asumido -por lo general- que consumiendo alcohol y drogas parecidas no se debe conducir, debemos inculcar la idea de que a determinadas edades es mejor dejar el coche en casa que sacarlo un rato "porque no pasa nada". Con una vez que pase es suficiente. Seamos consecuentes con nuestro estado antes de ponernos al volante, y evitemos hacerlo si es necesario.

| Redacción: Scott Hebron para Revista Coche

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