Junto con Mónaco, Indianápolis o Le Mans, el Nürburgring forma parte de las pistas míticas para todo amante del automovilismo. Desde su construcción a finales de los años 20, el circuito de la región de Ahrweiler ha sufrido numerosas modificaciones, pero ha conservado su alma con el famoso Nordschleife. La parte norte –conocida como el Infierno Verde– sigue siendo una referencia para los aficionados al pilotaje. Unida al trazado moderno utilizado para el Gran Premio de F1, forma un conjunto de 25,947 km: la Gesamtstrecke ("la distancia total").
El circuito es inusual no solamente por su longitud, sino también por sus componentes. Incluye 170 curvas de todos los tipos. La zona inicial del Nordschleife, la Flugplatz, ofrece un primer reto a la habilidad del piloto, con una colina que oculta una doble curva a la derecha que debe tomarse a toda velocidad… En comparación, la horquilla Karussell, con su firme resbaladizo, resulta casi sencilla. Para completar una vuelta, los pilotos deben recorrer una larga recta de varios kilómetros, para la que deben ir a todo gas durante 40 segundos, alcanzando velocidades de más de 250km/h.