Vitalista, emprendedor, de gran espíritu didáctico, Paco Costas fue una personalidad irrepetible que ayudó a los españoles a desarrollar su convivencia sobre el automóvil. Paco Costas fue único y no habrá dos iguales como él. El mejor elogio que puede dedicarse a alguien que deja huella en los demás, como hizo Paco con muchos de los que tuvimos la suerte de conocerle en persona. O a través de la televisión.
Siempre vi en Paco a aquellos españoles producto de la posguerra dispuestos a comerse la vida, tanto para progresar como para disfrutarla, provistos de una tenacidad y fuerza vital increíbles. Había nacido con una pila atómica con la que se bebía todo lo que la existencia le ponía por delante. Y siempre quiso compartir aquel inmenso caudal vital que acumuló con quienes le rodeaban.