En los años sesenta y setenta, Citroen asombraba a todos por igual. Sus vehículos se destacaban por ofrecer soluciones imaginativas, como una suspensión hidráulica o un diseño aerodinámico inusual, y fueron innovadores en adelantos tecnológicos que luego copiarían todos los demás y que, aún hasta el día de hoy, perviven, como la tracción delantera. Enzo Ferrari era uno de los incondicionales de ella -de la tracción delantera, nos referimos-, y llegó a defenderla con frases que se han quedado grabadas para siempre en la memoria colectiva del mundo del motor, como la que sentenciaba: "los caballos no se ponen detrás del carruaje para empujarlo, sino delante".
En tiempos donde Citroen pertenecía a Michelin, la marca del doble chevrón vivió un crecimiento y fama excepcionales. Entre sus virtudes destacaba el ofrecer unos utilitarios asequibles pero, sobre todo, baratos de mantener.