El equipo de los sueños de Fernando Alonso está a punto de convertirse en el equipo de sus pesadillas


Con la temporada a punto de cerrarse, y los equipos ciclistas preparando y programando lo que serán sus plantillas, entrenamientos de invierno y pretemporada (aparte de todas la gestiones de las carreras más importantes en las que participarán, y el cierre inminente de la burocracia para los equipos), el que fuera equipo ciclista Euskaltel, y hoy en día ya propiedad del piloto de Fórmula 1 Fernando Alonso, está camino a convertirse en un quebradero de cabeza para el asturiano.

Fernando implicó en el equipo todo su patrimonio personal (17 millones de euros), esperando que firmas de renombre pusieran el dinero, en forma de patrocinio, para materializar el proyecto. Pero a día de hoy nada se sabe sobre la apuesta de ninguna firma "seria" de verdad, o, mejor dicho, con la capacidad económica para afrontar con mínimas garantías un proyecto de semejante magnitud.



El mundo del ciclismo profesional vive sus horas más bajas, atosigado y acosado por los escándalos de dopaje y de competitividad deshonesta. Las marcas comerciales no se encuentran bien sosteniendo con su imagen a unos equipos y corredores que, en muchas ocasiones sin comerlo ni beberlo, son motivo de quejas y se les cuestiona su rendimiento, y rodeados por escándalos tan sonoros e hirientes como el de Lance Amstrong. Cierto que la problemática del dopaje no es exclusiva del ciclismo. En otros deportes como el fútbol se dice que campa a sus anchas, pero el ciclismo parece que paga el pato por todos.

Así las cosas, ninguna marca comercial quiere mezclarse con esas cosas y salir escaldada. Cierto que muchísimas casas comerciales se han puesto en contacto con el círculo de Fernando Alonso para apoyar su equipo con su dinero, pero son marcas más bien pequeñas, y que no pueden (o no quieren) llevar el peso o la responsabilidad de ser patrocinadoras principales de su equipo.

Quien pudiera hacerlo, el Banco Santander, que es patrocinador de Alonso y de su escudería Ferrari, parece no querer correr la aventura de invertir más dinero en otro equipo deportivo, por dos razones: el patrocinio de Ferrari le cuesta al Santander -según cifras oficiales- unos 250 millones de euros al año. Y la segunda razón es que a Emilio Botín no le interesa lo mínimo el ciclismo (y sí el mundo del motor).

Teniendo en cuenta que a muchos de los equipos ciclistas actuales sólo les queda el patrocinio de los propios fabricantes de bicicletas (Trek, BMC...), que Fernando Alonso encuentre alguna marca comercial poderosa y fuerte, capaz de aportar mucho dinero, es una tarea más difícil de lo que se pensaba.


Fernando se compró el equipo escuchando a su corazón, y gracias a él se ha podido salvar una escuadra ciclista mítica que estaba condenada a desaparecer, pero por el paddock de Singapur donde este fin de semana compite no se puede negar la sombra de otro proyecto también español, y también nacido del bonito sueño de unos pocos: la escudería HRT. Esa escudería que desapareció el año pasado, aún con licencia FIA y todo, porque no encontró ningún patrocinador que apostara por ella, y ningún comprador -en este difícil contexto de crisis económica española- que la adquiriese.

¿Y qué ocurrirá ahora con el Euskaltel? Pues si pronto no aparece un patrocinador principal, Fernando tiene dos opciones: vender la licencia protour "al mejor postor" y los bienes del equipo para intentar salvar los muebles y, de alguna forma, su inversión (aunque pierda bastante dinero). La segunda es más arriesgada que la primera, y más difícil de llevar a la práctica: correr con los pequeños patrocinadores que encuentre, poniendo de su bolsillo el montante económico de todos los gastos de la temporada, arriesgándose a que a final de temporada el equipo valga lo mismo (o menos) que ahora, y lo malvenda por menos dinero aún. En cualquier caso esta última opción no parece muy factible, porque llevaría consigo la implicación personal de Alonso, el cual -tengámoslo en cuenta- es un piloto en activo y quiere centrarse en sus propios problemas (o sea, en competir). A lo que hay que añadir que el próximo año llegan nuevos coches, motores y diseño a la Fórmula 1 y, por si fuera poco, tendrá un nuevo y muy competitivo compañero que no le pondrá las cosas nada fáciles: Kimi Raikkonen.

El tiempo dirá cómo acaba toda esta aventura. Un tiempo que, desgraciadamente, corre en contra de Fernando, puesto que sólo quedan semanas para que su equipo tenga que echar a andar, ¿o empezarán a planificar la próxima temporada cuando ésta ya esté en marcha, como hacían en HRT? Mal empiezan las cosas.

| Redacción: Revista Coche

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