
"Renovarse o morir", eso debieron pensar los propietarios del concesionario norteamericano "Des Moines Motors", que vieron como el año pasado perdían la concesión de los modelos Chrysler, tras la bancarrota del gigante automovilístico estadounidense.
Ni cortos ni perezosos, estos emprendedores se pusieron a buscar nuevos mercados, y al final decidieron apostar por algo bastante diferente -aunque dentro de su especialidad, es decir: la venta de automóviles-.