BMW tiene varios rasgos de diseño característicos que lucen todos sus modelos. La curva Hofmeister que da forma a la las ventanillas traseras, la mirada "de cuatro ojos" (actualmente con diferentes diseños y formas) y la parrilla de doble riñón, que hace perfectamente reconocible a cada BMW sin necesidad de comprobar la insignia de la marca.
Y es que la inmensa mayoría de los modelos que BMW ha diseñado en su historia tienen el denominador común de su inconfundible parrilla frontal (solo los microcoches de los años 50, el BMW Isetta - que originalmente era un ISO, de ahí su nombre, "ISetta" [pequeño ISO] - , el BMW 600 o el compacto BMW 700 no la incorporaban). El diseño de este elemento ha evolucionado a lo largo de la historia, influido por las tendencias de cada época, y por los avances en la aerodinámica y la refrigeración de los motores. El objetivo principal de la parrilla es canalizar aire fresco hacia el radiador para refrigerar el motor.