"Para fabricar un prototipo se necesitan manos de pianista". Así lo afirma Marc Guerrero, operario especialista en este tipo de vehículos, que ha participado en la fabricación del Seat Ibiza Cupster, el coche que ha unido a los jóvenes estudiantes de la Escuela de Aprendices con el personal más veterano de la fábrica y el Centro Técnico de Seat. De esta forma, las nuevas generaciones han descubierto que en la fabricación de un prototipo no todo es robótica, sino que hay mucho trabajo artesanal y manual en cada una de las fases de producción.
Un equipo de 60 personas ha trabajado durante cuatro meses un total de 5.000 horas para hacer realidad este vehículo único desarrollado con motivo del 30 aniversario del Seat Ibiza. "Ha sido una gran oportunidad para los aprendices", considera el responsable del proyecto, Àngel Lahoz, que apuesta porque no se pierda el trabajo artesanal que realizan empleados con muchos años de experiencia en el sector del automóvil. A día de hoy, uno de los principales retos de las empresas es garantizar la transmisión de estos trabajos artesanos y manuales a las nuevas generaciones, unos conocimientos que en este caso sólo se adquieren palpando y trabajando directamente con el vehículo.