El segmento de los familiares está viviendo una auténtica revolución. Al cambio de denominaciones cada vez más rebuscadas, los fabricantes buscan fórmulas que intenten conseguirles la clave del éxito. En cuanto a lo primero, si antiguamente se denominaban, simplemente, coches "familiares" (o a lo sumo, "SW", "Station Wagon" -"vagón de mercancías" por su forma característica y amplitud-, hoy las marcas utilizan términos como ST, Plus, Avant, y un largo etcétera.
En cuanto a lo segundo, encontramos familiares para todos los gustos, casi para todos los bolsillos y de múltiples formas. Los hay pequeños, como los antiguos Opel Meriva, o los actuales Citroen C3 Picasso o Mini Clubman. Curiosamente mientras algunos fueron un completo fracaso, como el Ford Fusion, el cual a pesar de su acertado concepto y diseño no tuvo continuación, otros son un total acierto -al menos en ventas-, como el mencionado C3 Picasso. Entre los fracasos de familiares compactos podríamos incluir también al Mercedes-Benz Clase A, que nació como un monovolumen pequeño y acabó terminando con un giro drástico en un típico hachback. Y qué decir del Renault Modus, toda una apuesta del fabricante galo que casi se vio obligado a acabar regalándonos.
Parece que los familiares más pequeños sólo se venden cuando tienen aspecto de "furgoneta pequeña", un estilo que parece agradar bastante, como demuestran los C3 Picasso o el mismo Clubman. Por ello no se entiende muy bien cómo algunas marcas seguían empeñándose en compactos voluminosos para la solución de espacios. Así es como aparecieron entonces los "plus", siendo el más popular el malogrado Golf+, pero también el Renault Grand Modus, que supuso su última oportunidad para sobrevivir. Pero ni con esas. Los "Plus" pasaron casi sin pena ni gloria.
Otra pequeña revolución en los familiares se vivió con la llegada de las versiones "medio-alargadas" de los compactos, a medio camino entre un SW familiar clásico, y un modelo Plus: son los ST o State (o Estate), con representantes como el Renault Clio, el Seat Leon, Seat Ibiza, y un larguísimo etcétera, porque el mercado actual está plagado de ellos. Así, modelos de todo tipo intentan satisfacer a aquéllos padres de familia que quieren poder llevar a sus hijos y más equipaje, sin prescindir de la comodidad (y en cierta forma el estilo) de un compacto. Están entre medias y son una solución perfecta a la falta de espacio, sin tener que lidiar con las largas dimensiones de los familiares de antaño (y con aquellas lunas traseras tan monumentales).
Pero todavía hay más alternativas en el mercado: las furgonetas acabaron comprimiéndose en tamaño y altura para convertirse en monovolúmenes, como el Renault Scenic o el Seat Altea. Incluso en algunos casos se transformaron en pequeños "minibuses", con un altísimo grado de detalles y habitabilidad, como en los Renaul Espace, Opel Zafira o Volkswagen Tourer.
Y la última evolución han sido los SUV, renombrados como crossovers familiares en modelos como el superventas Qashqai de nada menos que siete plazas.
Excepto en los modelos compactos familiares, en el resto de fabricantes la oferta es variadísima, como se puede comprobar. La sociedad también ha cambiado mucho desde aquellos primeros familiares, y ahora, por lo general, ya no se requieren muchos asientos, sino un equilibrio entre prestaciones y espacio. Casi en cualquier segmento podemos elegir una variante más espaciosa para las familias con niños, o para quienes necesitan transportar habitualmente más equipaje. Son, por ello, familiares más polivalentes, e incluso con versiones deportivas (como la del León ST Cupra), impensables hace no muchos años.
Y es que los coches han de responder no solo a gustos y deseos, sino a necesidades prácticas, y en ese sentido fórmulas que combinen la practicidad, la elegancia y el disfrute de la conducción son siempre bienvenidas.
| Redacción: Scott Hebron para Revista Coche
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