El otro día viví una experiencia vergonzosa y frustrante con la gasolinera Ballenoil que me parece necesario compartir. No es solo una estafa camuflada, es una práctica que roza lo criminal, y que debería ser denunciada públicamente.
Ballenoil funciona en modo autoservicio, sin atención humana en el surtidor. Hasta ahí todo bien. Pero el sistema te obliga a pagar por adelantado, sin posibilidad de seleccionar los litros que deseas repostar. El único parámetro que puedes introducir es la cantidad de dinero, y el empleado (por llamarlo de alguna forma) me aseguró con total tranquilidad que solo se me cobraría el combustible efectivamente repostado. Así que, siguiendo sus instrucciones, introduje mi tarjeta de crédito y autoricé el importe que consideraba.
Pues bien: ¡sorpresa! Cuando reviso mi extracto bancario, veo que me han cobrado el total del importe autorizado, no lo que realmente consumí. Es decir: podrías echar dos litros y pagar 50 euros… y te cobran los 50. Ni aviso, ni devolución automática, ni atención al cliente que responda. Una tomadura de pelo en toda regla.
He intentado contactar con ellos y no hay forma de que nadie dé la cara. Es como gritar en el vacío. Todo apunta a que este sistema está diseñado adrede para quedarse con el dinero del usuario despistado o confiado.
Así que mucho cuidado: si repostáis en Ballenoil, sabed que os arriesgáis a pagar más gasolina de la que realmente echáis. Una estafa silenciosa pero bien calculada, y que sin duda debe ser puesta bajo la lupa por las autoridades de consumo.
Si a ti también te ha pasado algo similar, te animo a denunciarlo. Porque esto no es un fallo: es una estrategia para sacar tajada a costa del consumidor. Y eso no se puede permitir.