Razones para vigilar la presión de tus neumáticos


Una de las operaciones de mantenimiento más sencillas y que más repercusión tienen en la seguridad de nuestro vehículo es comprobar la presión de los neumáticos, el único punto de contacto con la carretera. Continental recomienda revisar la presión de los neumáticos al menos una vez al mes y siempre antes de iniciar un viaje, con esta sencilla operación garantizamos nuestra seguridad, reducimos el desgaste de los neumáticos y también el consumo de combustible.

La presión correcta es diferente para cada vehículo y para cada medida de neumático. Los fabricantes la indican en el manual de mantenimiento y también mediante un adhesivo situado generalmente en la tapa del depósito de combustible o en la parte de chapa que queda a la vista al abrir la puerta del conductor. Existen dos presiones de inflado, la normal y otra para cuando vamos a circular con el coche a plena carga.



Un exceso de presión conlleva un menor agarre, mayor riesgo de sufrir un reventón, una pérdida de comodidad de marcha y posibles averías en los sistemas de suspensión y dirección del vehículo. Lo normal es que el fallo en la presión de los neumáticos sea por defecto debido a una falta de mantenimiento.

Qué sucede con una presión de aire insuficiente:
- Se reduce la adherencia y se produce un mayor flaneo en las curvas, lo que genera una pérdida de precisión, posibles reventones o incluso se podría llegar a desllantar en plena curva.
- Riesgo de reventón por sobrecalentamiento. El aire interior del neumático ayuda a que éste refrigere, cuando la presión está por debajo de la recomendada tiene menos capacidad de disipar la temperatura y además el neumático sufre más deformaciones que la incrementan, por lo que el riesgo de sufrir un reventón se eleva notablemente.
- Aquaplaning. En caso de circular sobre suelo mojado unos neumáticos con la presión por debajo de la recomendada tienen mayor posibilidad de sufrir el efecto aquaplaning, situación en la que el neumático no es capaz de evacuar todo el agua y pierde contacto con el asfalto.
- Frenadas más largas. Unos neumáticos bajos de presión tienen menor adherencia y, por tanto, el coche necesita más metros para reducir su velocidad que con esos mismos neumáticos a su presión correcta.
- Mayor desgaste. Mayor rozamiento, mayor temperatura y mayores torsiones hacen que los neumáticos que trabajan con una presión por debajo de la recomendada se desgasten con mayor velocidad, más rápido cuanto menor sea la presión.
- Mayor consumo. Al aumentar la resistencia a la rodadura el esfuerzo para mover el coche es mayor, por lo que se incrementa el consumo de combustible.

Cinco minutos al mes para realizar una revisión de la presión de los neumáticos es suficiente para evitar todos estos posibles problemas. Esta comprobación se puede realizar con un manómetro sin necesidad de desplazarse a un taller o gasolinera si el resultado indica que no debemos añadir más presión de aire a los neumáticos.

| Fuente: Continental

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