No era habitual -ni lo es ahora- que los fabricantes de coches lancen un catálogo de una versión específica de un modelo, salvo que se trate de versiones especiales, deportivas exclusivas o, como es el caso, un diésel que intentaba llevar la hegemonía y popularización de este tipo de motores al gran público en unos años -mediados de los ochenta- en donde la masificación de este tipo de motores estaba todavía en ciernes.
El BMW 324d que llegaba a España era un coche con un motor soberbio: de seis cilindros en línea, ofrecía 86 CV de potencia (63kW) a las 4.600 rpm, con un par motor de 152 Nm a las 2.500 rpm. Sus puntos fuertes no eran el par motor, ya que no era tan generoso como un diésel convencional mucho más cómodos de conducir, sino su moderna construcción con corte de alimentación al decelerar, o regulador de marcha en vacío.
Hoy nos llaman la atención cosas bastante curiosas que tenía este modelo, como que el airbag (solamente disponible para el conductor) debía pedirse como un complemento de seguridad aparte, no siendo un dispositivo de serie, aunque el coche fuera el tope de gama dentro de la Serie 3 de BMW, como es el caso. Incluso la alarma antirrobo era opcional.
| Redacción: Revista Coche
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