Era la crónica de una muerte anunciada. Chrysler, otrora el poderoso grupo automovilístico estadounidense y una de las marcas más legendarias y antiguas de Norteamérica, ha dejado de existir como tal. Ahora es Fiat quien lleva la voz cantante, tras haberla adquirido con el desembolso de 3.650 millones de dólares (2.655 millones de euros) por la participación que le quedaba al Sindicato de Trabajadores Automotrices (VEBA).
El grupo italiano ya controlaba la mayoría de la marca Chrysler, casi el 60%, y lleva algunos años operando de facto como tal. De Fiat fue la decisión de sacar a Chrysler y a Dodge de Europa para beneficiar a sus propias marcas (Alfa Romeo, Lancia y a la propia Fiat), y, a la par, aprovecharse de Chrysler y su implantación en Estados Unidos para usar su red comercial y vender allí sus coches, con el Fiat 500 a la cabeza (aunque con muy poco éxito, dicho sea de paso).
Fiat también se aprovechó de su fuerza y su posición de poder para montar sus propios motores en los coches de Chrysler, según ellos "más modernos", pero con la intención de ahorrar costes y difundir sus propulsores por zonas donde antes no estaban.
No obstante lo que sí hay que reconocer es que Fiat ha obrado con cordura y respeto a la propia marca, y al contrario de lo que hizo Peugeot cuando adquirió Chrysler Europa, que acabaron llevando a la ruina a sus marcas (a Chrysler, a SIMCA y luego a Talbot), en Fiat no han cerrado ni una sola marca, y las siguen dotando de modelos y de apoyo.
| Redacción: Revista Coche
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