Aunque finalmente no llegó al mercado como tal, así era como se le conocía al llamado a sustituir al Citroën CX en 1987, y que tenía fecha prevista de aparición a finales del verano del año siguiente, 1988, aunque en realidad llegó al mercado el 23 de mayo de 1989. No sería el DX, sino que finalmente su nombre comercial sería el XM, un modelo situado por encima del Xantia y que PSA desarrolló aprovechando la plataforma del Peugeot 605.
El diseño del XM corrió a cargo de Bertone, y era un guiño al modelo Citroën SM de los años 70 (de ahí lo de XM). Para intentar paliar todos los defectos que se le achacaban al CX, el XM mejoró en la tecnología de suspensión, así como en la carrocería -con chapa parcialmente galvanizada, aunque por aquél entonces ya se vendían coches con chapa totalmente galvanizada, como los Audi- para resistir la corrosión. También se ofreció un motor V6 de 3.0 litros, inaudito en la generación de los CX.
Aunque en teoría era un coche competitivo, era muy caro: un CX de entonces costaba casi la mitad que el más barato XM. A lo que había que unir unos problemas reincidentes en el sistema eléctrico -tiempo después solucionados-, según se cuenta, por motivos de costes de PSA (el grupo francés de automoción no estaba pasando precisamente por su mejor momento económico).
El XM sólo llegó a vender 330.000 unidades de las dos generaciones que tuvo, la primera desde mayo de 1989 hasta mayo de 1994, y la segunda desde junio de 1994 hasta junio del año 2000. En los planes de Citroën estaba fabricar 100.000 unidades al año (lejísimos, por tanto, de las unidades vendidas en todos los años de fabricación del XM), e incluso distribuirlo a Estados Unidos. El tiempo demostraría que esas pretensiones eran totalmente exageradas.
Sería sustituido por el Citroën C6.
| Redacción: Revista Coche