Para viajar tranquilos es conveniente comprobar lo que se conoce como el "triángulo de seguridad", que abarca amortiguadores, neumáticos y frenos. Para verificar que la suspensión está en buen estado se puede realizar una sencilla comprobación apoyándose con fuerza en el capó y soltar de golpe. Si el coche sube, casi con total seguridad está correcta; si, por el contrario, sube y rebota hacia abajo, es aconsejable pedir una revisión en el taller. En cualquier caso, conviene saber que los amortiguadores suelen requerir un cambio cada 50.000 kilómetros más o menos.
Con respecto a los neumáticos, es conveniente revisar que la altura del dibujo esté como mínimo en 1,6 mm, pero también hay que tener en cuenta que las llantas no tengan ningún golpe o deformación, porque si es así puede afectar a la suspensión, los ejes e incluso el motor.
Muy importante revisar también que el líquido de frenos se encuentre entre el mínimo y el máximo que marca su contenedor. Si está por debajo del mínimo, no es aconsejable rellenarlo, hay que acudir al taller para que lo vacíe por completo y lo purge. Los expertos aconsejan cambiarlo cada dos años como máximo.
Cuida los niveles de aceite y de refrigerante
Además es preciso comprobar otros niveles de líquido, como es el caso del aceite, ayudándose de la varilla indicadora. Si hay que añadir líquido se hace siempre con el motor en frío y muy importante tener en cuenta, que nunca debe alcanzar el nivel máximo. El líquido de refrigeración también debe estar entre el mínimo y el máximo, pero nunca llenarse del todo.
Las luces, a raya
Una correcta iluminación es fundamental para garantizar la seguridad al volante. Es básico comprobar el alineado de los faros y que todas las luces iluminan correctamente. Recuerda que es obligatorio tener un juego de repuesto.
| Fuente: Arval
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