En octubre del año 1965, Ford y los gestores del Empire State Building de Nueva York colaboraron para lograr poner el nuevo Ford Mustang convertible en el mirador más alto del mundo. Conseguirlo no fue fácil. Los ingenieros y técnicos tuvieron que cortar el coche en cuatro secciones para adaptarlas al tamaño de los ascensores, y poder así subirlo. Luego, montar los soportes que permitieran un montaje y desmontaje rápido.
Eso fue sólo una parte de la campaña de márketing, en una época en donde no había nada de redes sociales ni Internet, y las comunicaciones de publicidad se limitaban a anuncios en radio y televisión. Y el resultado no les fue nada mal: se preveían unas ventas anuales de 100.000 modelos Mustang. Pues bien, el primer año vendió la escalofriante cifra de más de 400.000 unidades. Cuadruplicó la cifra esperada.
Los ingenieros de Ford se trasladaron a Nueva York, cinta métrica en mano, para medir pasos de puerta, ascensores, pasillos... La única solución que vieron para materializar la campaña publicitaria era cortar, literalmente, el coche. Los asientos delanteros, la consola central y las puertas fueron retirados temporalmente para facilitar el acceso. Se eliminó luego el motor, la transmisión y la caja de cambios. El parabrisas lo cortaron justo por su parte baja, para que no se notara. Ahora el truco final estaba en unirlo todo sin que se apreciase rasgo alguno de separación. Para ello se diseñaron unos soportes especiales que se deslizaban para encajar cada parte, y luego se atornillaban.
Se tuvieron que diseñar tres plataformas especiales, para girar las partes más pesadas (como la frontal) a las salidas de los ascensores. Se hicieron tres sesiones de prácticas en los ascensores de la propia sede de Ford en Dearborn, y luego se fijó la fecha del evento a las 22:30 del día 20 de octubre de 1965. Frente a los asombrados viandantes que por allí se encontraban, los operarios de Ford, ataviados con monos blancos, llevaron los trozos del coche hasta los 1.472 metros de altura.
Aún a pesar de todos los ensayos y mediciones, el equipo se encontró con que la sección frontal era demasiado alta para la puerta del ascensor. Pero lo solucionaron girándola y empujándola con cuidado. Tras el montaje, ya de madrugada, se tomaron imágenes en helicópero. Luego el Mustang fue desarmado, y vuelto a montar en un cuarto interior para que lo visitaran los curiosos. El primer día recibió 14.000 visitantes.
Todos estos esfuerzos de marketing hicieron que las ventas volaran: la gente acudía en tropel a los concesionarios a ver el coche de cerca. Al año siguiente Ford vendió 607.568 unidades del Mustang (la mayor cantidad de coches vendida en un sólo año) En marzo de 1966 ya se había alcanzado la sorprendente cifra de 1 millones de coches vendidos.
| Redacción: Revista Coche
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